Casi todos en algún momento hemos escuchado
esa frase, refiriéndose a la manera en que se escribe la historia y las
circunstancias que la rodean. Basta citar un hecho histórico que le desagrade a
alguien para que aparezca la frase, con la que se espera que los hechos históricos
se pierdan en la total subjetividad.
La
frase le pertenece a George Orwell, y concretamente apareció por vez
primera en un artículo llamado "Revisión de la historia" (Revising History) de su columna
"Como me dé la gana" (As I
Please) publicada en la revista socialdemócrata Tribune el 4 de febrero de 1944. La reflexión de Orwell comienza
sugiriendo que es posible hacer una historia del mundo "hasta una fecha relativamente reciente"
que tuviera un parecido razonable con el curso real de los acontecimientos, que
es posible un cierto grado de veracidad "siempre y cuando se admitiera que un hecho puede ser verdadero incluso
si no nos gusta". Luego de poner algunos ejemplos que a su juicio
confirman esa idea, continúa afirmando que "en ningún caso se obtiene una respuesta que sea universalmente aceptada
por ser verdad: en cada caso se obtienen varias respuestas totalmente
incompatibles, una de las cuales se adopta finalmente como resultado de una
lucha física. La historia la escriben los vencedores". Y finalmente,
el artículo concluye con: "Lo
verdaderamente atemorizante del totalitarismo no es que cometa 'atrocidades',
sino que ataca el concepto de la verdad objetiva: afirma controlar el pasado
así como el futuro", que curiosamente pareciera ser un anticipo de su
propia novela “1984” que vería la luz tiempo después, en 1948.
Personalmente, no podría estar más en desacuerdo con tan desatinada frase, pues
aún para la fecha en que se formuló, carece
totalmente de objetividad. Realmente no sé qué pasaba por la mente de
George Orwell en aquel momento, porque si la historia la escribieran los
vencedores de verdad, entonces significaría que no depende de hechos, datos, memoria, documentos, testimonios,
arqueología y otros elementos historiográficos, sino nada más de la voluntad
del "vencedor", y está claro que eso no es cierto, ya que la historia la escriben todos, sean
vencedores o vencidos, cada cual desde su punto de vista y sujeto a sus intereses.
En todo caso los vencedores escriben una
versión de la historia, pero habitualmente tal versión no soporta la prueba
del tiempo, ni de los hechos, ni de los historiadores más objetivos y menos
relacionados con el poder. De hecho, si
realmente la historia la escribieran los vencedores, no lo sabríamos.
Asumiríamos ciegamente que esa historia, esa historia única, refleja los hechos
en su totalidad y de manera fiel. La realidad es otra. La historia se escribe constantemente, y refleja cada vez mejor los
hechos reales hasta donde podemos conocerlos, porque en nuestro mundo moderno
de hoy, es cada vez más difícil esconder una mentira sin que nadie se dé cuenta
o encuentre las pruebas para desmentirla. Tal vez Orwell nunca imaginó las
herramientas de las cuales el historiador del futuro dispondría y que hoy son
usadas incluso para refutar sus razonamientos.
No obstante, el artículo es más optimista, algo
que prefieren omitir los que repiten "la
historia la escriben los vencedores" con la misma ignorancia con la que
un niño o un devoto adoctrinado repite vacías frases religiosas o consignas
políticas sin saber exactamente qué significan las palabras que pronuncia. Dice
Orwell: "Hay alguna esperanza, por
tanto, de que sobreviva el hábito mental liberal, que piensa en la verdad como
algo que existe fuera de uno mismo, algo que puede descubrirse y no algo que
puede inventarse al ir avanzando. Pero aún así no envidio el trabajo del
historiador del futuro”. Sin embargo, nuevamente el análisis de ese
razonamiento parece derrumbarse ante la verdadera objetividad.
Mayo 2020
No hay comentarios.:
Publicar un comentario